la voluntad inconsciente dedicado a miyagui
Pocas cosas hay más fundamentales para la identidad humana que considerarse individuos racionales cuyo comportamiento está determinado por elecciones conscientes. Sin embargo, recientemente, los investigadores han recopilado una impresionante cantidad de datos experimentales que muestran lo profundamente que nuestras decisiones y nuestro comportamiento se ven influenciados por el inconsciente, y hasta qué punto nuestros pensamientos se ven dominados por estímulos más allá de nuestra comprensión inmediata. Ruud Custers y Henk Aarts, ambos de la Universidad de Utrecht (Países Bajos), han publicado una revisión en Science en la que ordenan las pruebas que se están acumulando sobre el poder de lo que ellos llaman “voluntad inconsciente”: el individuo actúa a menudo con el objeto de obtener resultados deseados, y toma por sentado que es la consciencia la que dirige ese comportamiento; la idea emergente es que no existe sólo una voluntad consciente, nuestras acciones se inician muchas veces aunque no sepamos lo que estamos buscando o por qué. La publicación en Science supone un gran paso adelante para superar el escepticismo que habitualmente ha venido rodeando este tipo de investigaciones. No es solo que las acciones puedan ser influenciadas por estímulos inconscientes; nuestros deseos también lo pueden ser. En un estudio que citan Custers y Aarts, a los estudiantes se les presentaban palabras en una pantalla relacionadas con todo tipo de juegos mentales: crucigrama, pieza de rompecabezas, etc. Para algunos estudiantes la pantalla también presentaba un conjunto de palabras adicional, por un espacio de tiempo tan corto que sólo podía ser detectado subliminalmente. Estas palabras tenían todas asociadas ideas positivas: playa, amigo, hogar, etc. Cuando los estudiantes tuvieron que resolver un juego mental, aquellos que habían sido expuestos inconscientemente a palabras positivas trabajaron con más intensidad, durante más tiempo, y mostraron poseer mayor motivación para resolver retos mentales que el grupo de control. La misma técnica de preparación se ha usado para hacer que la gente beba más líquidos después de haber sido expuesta subliminalmente a palabras relacionadas con la bebida, y a ofrecer comentarios constructivos a otras personas después de haberse sentado delante de una pantalla que subliminalmente emitía los nombres de sus seres queridos o los de profesiones relacionadas con el preocuparse por los demás, como enfermera. En otras palabras, a menudo ni siquiera somos conscientes de por qué queremos lo que queremos. Este campo de investigación ha ido más allá del uso de técnicas subliminales, y hay estudios que demuestran que los procesos inconscientes pueden incluso verse influenciados por estímulos en el ámbito de la consciencia, pero de formas inesperadas. Por ejemplo, las personas sentadas en sillas duras es más probable que sean más rígidas a la hora de negociar el precio de venta de su nuevo coche, tiendan a juzgar a los otros como más generosos y cariñosos después de sostener una taza de café caliente en vez de una bebida fría, y evalúen a los candidatos a un empleo como más serios cuando revisan sus currículos en una carpeta pesada en vez de en una más ligera. Estos son estímulos de los que la gente es consciente (puedes sentir la dureza de la silla o el café caliente) pero que no se da cuenta de que les influyen. Este trabajo de Custers y Aarts viene a demostrar que las técnicas de publicidad subliminal, que algunos países han prohibido, funcionan. Pero la gente debería preocuparse más por los anuncios que ve que por los que no puede ver conscientemente. Por ejemplo, muchos anuncios de bebidas refrescantes muestran sus productos con señales asociadas a recompensas positivas como los amigos o la playa. Si uno se ve expuesto a estos anuncios una y otra vez, se crea realmente una asociación en el cerebro, y es más probable que tu inconsciente decida súbitamente que quiere una Coca-Cola. Por otra parte, la voluntad inconsciente es vital para el funcionamiento diario y probablemente evolucionó antes que la consciencia como mecanismo práctico de supervivencia. La vida requiere la toma de tantas decisiones que nos veríamos rápidamente superados si no tuviésemos estos procesos automáticos para lidiar con ellas. Que su existencia socave la del libre albedrío es un plus.
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