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100% Linux

100% Linux

En los años 90, cuando ms-dos dominaba nuestros discos duros de 200 megas e Internet era un sueño lejano, conseguir a través de una revista como PC-Mania un CD con Linux era todo un acontecimiento. Era un sistema operativo para nerds, la mayoría de los compradores de esas revistas apenas sabían qué era un “sistema operativo” y pedirles que entendieran Linux, su instalación, manejo y utilidad era poco menos que pedirles la luna.

Por aquella época tenía infinito tiempo libre (vamos, salvo ir a clase el resto del tiempo era mio) por lo que me aficioné a instalar la “última slackware”, a jugar con el “LILO” o a modificar programas con el GCC. Sin Internet y con la grandísima cantidad de software (libre) que tenía cada uno de aquellos CDs, trastear con Linux era de lo mejor que se podía hacer con un ordenador.

Sin embargo, conforme fue pasando el tiempo, el tiempo de ocio se fue reduciendo, especialmente, al llegar a la universidad. Linux por aquél entonces era un sistema operativo muy sólido, pero inmaduro. Le faltaba soporte para mucho hardware, carecía de software de entidad y el interfaz gráfico (”las X”), solían colgarse bastante. Pretender trabajar seriamente con Linux era una utopía en aquél momento y los competidores acechaban. Distintas empresas vieron lo importante que iba a ser posicionarse en el mercado de los sistemas operativos multitarea. Por ejemplo, recuerdo que IBM sacó una nueva versión de OS/2 para 32 bits, todo un acontecimiento. Aunque fue jodido, pero conseguí a través de un chico cuyo padre trabajaba en IBM que me pasaran una versión 2.1 de OS/2 en disquette (creo que unos 20 disquettes). Aquello era impresionante, un interfaz gráfico impecable que no se colgaba y venía con un montón de aplicaciones. Hasta aprendí Rexx en esa época. Sin embargo, por una razón u otra no triunfó y aunque era capaz de ejecutar ciertos programas de MS-Dos, apenas llegó a tener aplicaciones nativas que le dieran vidilla. Hasta la versión 3.0 (”Warp”) le seguí la pista, pero la llegada de Windows 95 lo eclipsó todo.

He de confesar que desde que instalé Windows 95, poco a poco fuí dejando de utilizar otros sistemas operativos hasta que cuando cambié mi viejo 486 por un Pentium II formateé el disco en una única partición en la que solo entró el sistema operativo de Microsoft. No es que me gustara más Windows que Linux o OS/2, era simplemente una cuestión práctica: los fabricantes sacaban solo para Windows el software que yo necesitaba y no tenía tiempo para buscar/crear alternativas. Seamos sinceros, los programas de aquella época que corrían en el interfaz gráfico no eran estables.

Durante ese tiempo tuve un par de “encuentros” con Linux: en la universidad se utilizaba en algunas prácticas y mi primer trabajo en Panda Software fue adaptar el kernel del antivirus para funcionar en Linux. Más allá de esas coincidencias, que se saldaron casi siempre con el uso de 2 programas (vi y gcc), mis ordenadores pasaron por Windows 9x, 2000 y XP, sin conocer un Linux.

Con la aparición de Vista, la cosa empezó a cambiar. Me negué en redondo a instalar aquella cosa. Hasta hace un par de años mantenía mi viejo XP, no necesitaba nada más, hasta el día D. Ese día, el disco duro de mi ordenador principal decidió morir y me vi en la obligación de instalar otro y reinstalar Windows. En el punto crítico en el que te solicita tu número de licencia y lo comprueba en su base de datos, la compañía de Richmond decidió que mi número no era válido y que no podía instalar SU sistema operativo. Me cabreó mucho, les llamé y las soluciones que me dieron era cuanto menos que peregrinas. Tras dos días sin poder instalar el sistema operativo que yo había comprado (bueno, que me obligaron a comprar con el ordenador), decidí empezar a buscar números de seríe en Internet a ver si colaba, pero nada. Solo tenía dos salidas: bajarme un Windows pirata del emule o bajarme un Linux vía FTP. Y afortunadamente decidí lo segundo.

Volví a reencontrarme con Linux casi 15 años más tarde. Confieso que al principio temí que no reconociera el hardware que tenía instalado o que se colgara cada dos por tres, pero nada de eso, en una tarde estuvo funcionando todo a la perfección hasta la fecha. Los primeros pasos fueron muy fáciles, ahora Linux es tan intuitivo como Windows. La verdad es que encontré bastante cambiado en el interfaz, pero el resto seguía igual, manteniendo el mismo espíritu y la misma robustez que siempre había tenido, además de conservar intacta la filosofía de funcionamiento, distribución y desarrollo que tanto me entusiasmó en su momento. Como ahora mi trabajo se centra en proyectos para la web, la migración a Linux no solo fue fácil, sino que además mejoró mi ritmo de trabajo al disponer en mi ordenador de desarrollo de un entorno prácticamente idéntico al de mi servidor de producción.

Poco a poco en estos últimos meses he ido desterrando Windows de mis equipos de trabajo. Hasta ahora conservaba una máquina con Windows instalada ya que tenía algunas necesidades que no podía resolver en Linux. Una de ellas era la edición de vídeo sencilla y rápida y la otra la conectividad y edición de mapas y rutas con mi GPS Garmin. Hace unas semanas descubrí OpenShot y hace unos días encontré QLandkarte GT. Ahora ya no necesito Windows para nada y me dispongo a eliminar completamente cualquier rastro de ese sistema operativo. Linux es más rápido, más estable y más libre. Y además no me da por saco.

Desgraciadamente tendré que dejar una imagen de VirtualBox con XP para realizar pruebas de compatibilidad con Internet Explorer… Disponer de una posición de mercado privilegiada es lo que tiene: te obliga a trabajar para ellos

 fuente: 

http://blog.ivangadea.com/2011/02/17/100-linux/

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