Ojos de Brujo y su adiós
Ojos de Brujo ha sido hasta ahora un referente cultural de la escena barcelonesa de los pasados tres lustros. Un referente que trasciende los estrictamente musical –su combinación de electrónica con flamenco– y que se erigió desde mediados del decenio de 1990 en indiscutible protagonista de una de las movidas artístico-sociales más revulsivas de los últimos años. Pero el buenrollismo se acaba: una recién anunciada gira de despedida pone punto final –quizás sólo de momento– a una aventura que se desvanece en medio de desencuentros artísticos, cierto desconcierto y sensaciones agridulces.
"Hemos fracasado ante el sistema, en nuestra impermeabilidad económica. Somos muy malos empresarios: nos propusimos que podíamos autogestionar el grupo y el negocio, y debido a no saber torear la crisis de la industria nos hemos llenado de deudas", explica el guitarrista Ramón Giménez, uno de los verdaderos fundadores del grupo.
El sueño imaginado en un principio por Dani Carbonell Macaco, el bajista Juanlu, el polivalente Dj Panko y el propio Giménez no sólo se convirtió en realidad sino que pareció afianzarse como alternativa al negocio musical: una forma colectiva de crear discos, dialogante con otras disciplinas y músicos; autogestionario en su producción y distribución; permeable en su fisonomía de grupo, y fuente constante de buenas vibraciones se convirtió en paradigma de otra forma de consumir música.
Sus conciertos, tan multitudinarios sobre el escenario como fuera de él, rompieron la rutina del panorama catalán y se convirtieron en grandes celebraciones lúdicas y contestatarias. Con ellos se iluminaba una escena ya en radical transformación, que contaba con Manu Chao, 08001, Les Negresses Vertes o el propio Macaco como generadores de una complicidad con el aficionado. Se expandió por los cinco continentes una manera de entender el fenómeno musical, original en su planteamiento artístico y engarzado en su realidad social.
Pero de repente, un comunicado de la oficina de Ojos de Brujo informa de una gira "de despedida" junto a la aparición del inminente disco Corriente vital. 10 años (Warner), con el que celebran el décimo aniversario de su vida discográfica y en el que colaboran solistas y productores como Manolo García, Bebe, Jorge Drexler, Amaral, La Troba Kung-Fú, Miguel de El Bicho, Nitin Sahwey o Juno Reactor.
Marina Abad, apodada la Canillas y erigida en una de las voces decisivas del grupo junto a su marido Carlos Sarduy y Max Wright, no hizo mención alguna a esta inesperada noticia en la conversación que sostuvo con La Vanguardia hace pocas semanas. "A lo mejor dentro de un año y medio yo me voy de Ojos de Brujo y me monto una compañía de danza, yo que sé, no te puedo hablar de futuro porque igual dentro de año y medio hago otro disco de Ojos de Brujo: estoy abierta a todo en el más amplio sentido de la palabra. Yo tengo claro lo que tengo claro, y lo que no, no te lo puedo decir, porque no me gusta mentir", añadía.
El grupo esconde divergencias que traslucen un auténtico cisma. Para Giménez, el problema radica en que "en un momento dado se decidió apostar por lo práctico y recortar gastos. Pero en vez de seguir reinvirtiendo en el grupo se ha optado por un estándar de presunta calidad y por reducir al grupo en giras. Además, el último disco que grabamos hace un año, Aoconá, era bueno pero no era el que tocaba entonces. Yo apostaba por una mezcla de electrónica con thrash metal bajo el paragüas del flamenco. Y de este disco que sale ahora, en el que yo sólo he metido un par de cosas, no tengo idea de cómo ha salido".
Las drásticas medidas de ahorro supusieron desde julio la no participación en las giras de Dj Panko (efectos, rap, scratch), de Xavi Turull (cajón y percusiones) y del técnico de luces, y el despido del segundo guitarrista Paco Lomeña. Panko (Francisco Gabas) sostiene que la elección de los invitados en Corriente vital "no hace trempar y me produce vergüenza ajena. En Ojos se ha optado por no hablar las cosas y la falta de comunicación es total. Lo más doloroso es que se ha perdido el sentido colectivo". "La solución pasaría –prosigue, en una inusual llamada al capital privado– por que esa próxima gira contase con patrocinadores, lo cual liquidaría nuestras deudas".
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