pastor que ayuda a la NASA

Video que muestra la relación entre la naturaleza y los números
Cuentan que, en la Edad Media, un hombre fue injustamente acusado de asesinar a una mujer. En realidad, el verdadero autor era una persona influyente y por eso buscaron a un “chivo expiatorio” para encubrir al verdadero culpable.
El hombre fue llevado a juicio, conociendo que tendría poca oportunidad de escapar al veredicto: ¡ LA HORCA !El Juez, también cómplice, cuidó de que pareciera un juicio justo y le dijo al acusado:
- “Conociendo tu fama de hombre devoto del Señor, vamos a dejar en manos de Él tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente. Tu escogerás uno de ellos y será la mano de Dios la que decida tu destino”
Por supuesto, el juez corrupto había preparado dos papeles con la misma leyenda: “CULPABLE” y la pobre víctima se dio cuenta que era una trampa.No había escapatoria.El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados.
El hombre inspiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados pensando, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, escogió y agarró uno de los papeles y, llevándolo a su boca, lo engulló rápidamente.Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon airadamente.
- “Pero… ¿qué hizo?… ¿Y ahora?… ¿Cómo vamos a saber el veredicto?”
“Es muy sencillo” respondió el acusado. “Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos qué decía el que yo escogí”
Con rezongos y disgustos mal disimulados, tuvieron que liberar al acusado, y jamás volvieron a molestarlo.
"En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento. Albert Einstein
Barrio Sésamo cumple 40 años. Hablamos del programa que ha alegrado el pan con nocilla de varias generaciones, que les ha enseñado las preposiciones, los números y (a los que de mayores nos dedicamos al humor) las bases de la comedia divertida; el show que nos ha regalado sketches tan brillantes como el de Epi contándole a Blas su visita al zoo o el de Espinete y sus vecinos bailando al ritmo de Daft Punk. ¿O esto lo vi en Youtube el otro día? Bueno, es igual: les recordamos cojonudos, y homenajear a quien admiras sinceramente siempre es muy chungo, así que hemos hecho lo que hemos podido. Al menos no hemos esperado a que murieran, que desgraciadamente es cuando solemos acordarnos de los grandes.