Blogia

The Crossroads en Misisipi: bluesman Robert Johnson vendió su alma al diablo

The Crossroads en Misisipi: donde el bluesman Robert Johnson vendió su alma al diabloLlego en un autobús de Greyhound con un puñado de pasajeros con pinta de ex-presidiarios. Soy el único que se baja en Clarksdale, una pequeña ciudad del Delta del Mississippi, donde nació John Lee Hooker y donde se forjó la leyenda de uno de las grandes del blues, Robert Johnson.

Clarksdale crossroads aledaños

Bueno en realidad no estoy todavía en la ciudad, sino en una carretera que pasa por las afueras. Así que empiezo a caminar por el arcén, entre gasolineras abandonadas y algunos negros que pasan en coche mirándome por el retrovisor. Y un poco más adelante: The Crossroads, el cruce de caminos donde la leyenda cuenta que Robert Johnson vendió su alma al diablo para convertirse en una estrella del blues. Éste es el famoso Crossroads del Delta del Mississippi, la intersección de las dos autopistas principales, la 49 y la 61, aunque con toda probabilidad éste no es el lugar al que hace referencia Johnson en “Cross Road Blues”.

 

Si Johnson u otro músico de blues hubiera querido vender su alma al diablo, habría elegido un lugar más remoto. Esto no es nada romántico, una tienda de donuts y el famoso Aber Bar B-Q´s, además del poste que recuerda que estamos en The Crossroads.

 Clarksdale crossroads

En todo caso, The Crossroads es el cruce de los dos grandes caminos que tomaron los músicos del blues cuando en las primeras décadas del pasado siglo emigraban hacia el norte o simplemente deambulaban por los alrededores, pero ¿por qué tantas viejas historias referidas al diablo y los cruces de caminos?

Según cuenta Steve Cheseborough en su guía “Blues Traveling. The Holy Sites of Delta Blues” el origen está en las reminiscencias de la religión Yoruba que llegó con los esclavos procedentes de África. En Yoruba, los cruces de caminos pertenecen al dios Eshu y es en ellos donde se reconoce la verdad y se toman las grandes decisiones de la vida. Con el tiempo, esa oración se convirtió en la historia de los músicos que se perdían en los cruces de caminos para vender su alma al diablo a cambio de un don musical que los sacase de las plantaciones de algodón.

No existe ninguna prueba de que Robert Johnson hiciera un pacto con el diablo en alguno de esos cruces de caminos. Músicos como Son House y Willie Brown recuerdan como Johnson aporreaba la guitarra sin sentido, pero un tiempo después, como un año después, Robert Johnson tomó la guitarra y los dejó boquiabiertos. El diablo no tenía nada que ver, eran las horas y horas de práctica sentado en el porche de su casa, lo que los músicos de jazz llaman woodshedding.

Ahí estoy pensando en Robert Johnson y el sombrero que lleva en las pocas fotografías que han quedado para la posteridad. Saco unas cuantas fotos y cruzo al otro lado de la carretera. Entro en una gasolinera a comprar tabaco y la dependienta, una negra culona con cara de ser feliz, me pregunta hasta tres veces:

- What the hell are you doing here?

Salgo y giró hacia el centro, pero ésa es otra historia.

fuente:

No sin mi mochila

El blog de viajes de Iker Armentia

 

0 comentarios