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nuestros hijos no nos lo perdonarán

nuestros hijos no nos lo perdonarán

Cuando discuto con la gente sobre la crisis medioambiental, energética y socio-económica en la que se encuentra el planeta, siempre acabo escuchando lo mismo: “… ¡joder, si es que eres un pesimista!”. Pues claro coño; soy muy pesimista… simplemente porque estoy mejor informado que ellos (perdonad la falta de modestia), que jamás se han interesado realmente en estos jodidos temas porque, dejando a un lado a los ignorantes vocacionales y a los tontos del haba, prefieren mirar hacia otro lado para no sentirse cómplices del mundo de mierda que vamos a dejar a nuestros hijos. Aunque intuyen, sospechan e incluso atisban que la cosa no va nada bien, prefieren seguir nutriéndose de la convenientemente maquillada realidad, recibida por ese electrodoméstico deyector de publicidad psicotóxica de Planeta SA llamado televisión, que permite a sus unidades de consumo sentirse ajenas a la siniestra realidad: el planeta moribundo que dejamos como herencia a la próxima generación (no hace falta ir más allá). Porque esta es la principal función de este medio de intoxicación de masas: ocultar nuestra complicidad en el crimen que el sistema perpetua, un carga moral difícil de soportar desde el confort de nuestras enfermas sociedades del despilfarro, con el fin de evitar la reflexión, la protesta y la subversión. En efecto, el acoso publicitario, terroríficamente sofisticado por la ciencia, la psicología y la tecnología para anular toda capacidad de resistencia, junto con la información maquillada y banalizada, perpetua la rapiña del sistema neocapitalista.

Pues bien, para los que nos llaman pesimistas a los que lo somos, va dedicada esta entrada, con la ingenua o pretenciosa intención de remover conciencias. Tómenla también como una invitación a ese pesimismo necesario pero creador, previo a todo cambio, donde les esperamos. Al menos, que luego no digan que no estaban informados.

¿En qué situación se encuentra nuestro exangüe planeta? A efectos de mayor claridad en la exposición de los datos, podríamos agrupar la situación en tres grandes crisis mayores que conviven en el tiempo, algo que jamás se ha dado en la historia de la humanidad, aunque, tal y como nos recuerda la Comisión Brundtland, estas crisis en realidad son la misma:

“el mundo no se enfrenta a crisis separadas: la “crisis medioambiental”, la “crisis del desarrollo” y la “crisis energética” son una sola. Esta crisis consiste, no sólo en el cambio climático, en los índices de extinción de especies y de hambruna, sino también en otro tipo de problemas causados por el aumento de la población humana, del consumo de los ricos y de la desesperación de los pobres.”

La Crisis Medioambiental

Una mirada objetiva a la situación medioambiental del planeta produce pavor. Nos encontramos próximos al colapso de los sistemas de la biosfera que dan soporte a la vida, pues estamos agotando sus recursos no renovables y sobrepasando enormemente la capacidad de regeneración de los renovables, convirtiéndola, a su vez, en un gigantesco basurero y en un eficaz sistema de diseminación y acumulación de residuos tóxicos.

Gran parte de los datos que presento a continuación han sido tomados del resumen del Informe GEO-4 del Proyecto de Perspectivas del Medio Ambiente Mundial dependiente del PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente). Pero antes de presentarlos, he aquí unas perlas de dicho informe:

“El PNUMA informa de que amenazas graves como el cambio climático, el índice de extinción de las especies y el reto de alimentar a una población en crecimiento, se encuentran entre las que aún están sin resolver. Todas ellas ponen en peligro a la Humanidad (la negrita es mía)” Repito, lo dice la ONU, no este pesimista recalcitrante.

“El PNUMA advierte de que, si no se abordan estos problemas persistentes, podemos destruir todos los logros conseguidos hasta ahora en relación con problemas menores y esto puede amenazar a la supervivencia de la Humanidad.” De nuevo la ONU.

GEO-4 añade que estamos viviendo muy por encima de nuestras posibilidades. La población humana es ahora tan grande que “la cantidad de recursos necesarios para sustentarla supera la disponibilidad de éstos…”

Por apartados, estos son los tozudos y escalofriantes datos:

  • Calentamiento Global

Aumento de la media de las temperaturas desde 1906: 0,74°C. Previsión para este siglo: entre 1,8°C y 4°C. Aumento de las emisiones globales anuales de CO2 desde 1987: casi un tercio.

Los núcleos glaciales muestran que los niveles de CO2 y metano se encuentran muy lejos de su rango de variabilidad natural de los últimos 500.000 años: el clima de la Tierra ha entrado en una situación sin comparación en la prehistoria reciente. Las temperaturas medias en el Ártico están aumentando dos veces más rápido que en el resto del mundo.

La subida del nivel de mar provocada por la expansión térmica del agua y por el derretimiento de los glaciares y de los mantos de hielo, continuará durante el futuro y tendrá consecuencias enormes en potencia: más del 60 % de la población en el mundo vive a una distancia de 100 kilómetros de la costa. El aumento de la acidificación a causa del incremento de los niveles de dióxido de carbono y de las temperaturas del océano probablemente afectará a la seguridad alimentaria mundial.

Los 500 millones de personas más ricas del mundo (el 7% de la población) son responsables del 50% de las emisiones de CO2, mientras que los 3.000 millones más pobres solo emiten un 6% del total.

  • Agujero en la capa de Ozono

Aunque la lucha por la eliminación de las sustancias que destruyen el ozono fue un éxito, el “agujero” de la capa de ozono estratosférica en primavera sobre la Antártida es mayor que nunca.

  • Biodiversidad

Los cambios actuales en la biodiversidad son los más rápidos que se han visto en la historia del ser humano. Las especies se están extinguiendo a un ritmo cien veces mayor que el que se aprecia en los registros fósiles. De los grupos de vertebrados principales que se han evaluado exhaustivamente, más del 30 % de los anfibios, el 23 % de los mamíferos y el 12 % de las aves se encuentra en peligro. En el caso de las poblaciones de vertebrados de agua dulce, estas descendieron una media de casi el 50 % desde 1987 a 2003. Es la llamada Sexta Extinción, de la que podemos sentirnos orgullosos responsables.

La Tierra puede estar perdiendo unas 30.000 especies por año, o lo que es lo mismo, tres especies cada hora.

La biodiversidad proporciona alimento, fibras, medicinas, mantiene los servicios vitales de la biosfera, desde las bacterias hasta los microbios que transforman los desechos en productos utilizables y filtran los contaminantes del aire y el agua, hasta los insectos que polinizan las plantas, los arrecifes de coral y los manglares que protegen las líneas de costa. La vida humana y la de todas las demás especies, dependen de ecosistemas en buen estado. Cerca del 60 % de los servicios de ecosistemas que se han evaluado están degradados o se han utilizado de forma insostenible.

Por otro lado, la pérdida de diversidad genética puede suponer una amenaza para la seguridad alimentaria: sólo 14 especies de animales constituyen el 90% de toda la producción ganadera y 30 tipos de cultivos dominan la agricultura mundial proporcionando el 90% de las calorías del mundo.

La diversidad genética es la fuente de la adaptación y, por lo tanto, el motor de la evolución. Al igual que una especie pierde capacidad de adaptación cuando pierde diversidad genética, por disminuir su población, la pérdida de diversidad global es fatídica para la supervivencia de los ecosistemas frente a los cambios de las condiciones ambientales.

  • Agua

La agricultura consume el 70% del agua utilizada en el mundo, los usos industriales el 20% y el consumo humano solo el 10%. Sin una acción concertada, una tercera parte de la población mundial es probable que sufra de escasez crónica de agua en algunas décadas.

Previsión para 2025 sobre el uso del agua dulce: aumento del 50% en los países en vías de desarrollo y del 18 % en el mundo desarrollado. 1.800 millones de personas vivirán en países con absoluta falta de agua.

Cita del GEO-4: “El peso cada vez mayor de la demanda de agua llegará a ser intolerable en los países donde este recurso escasea. El agua contaminada sigue siendo la mayor causa de enfermedad humana y de mortalidad a nivel mundial.”

Cada año, el 10% de los principales ríos del planeta no consigue llegar al mar durante unos meses, debido a la demanda de riego. En los países en vías de desarrollo, unos 3 millones de personas, la mayoría niños, mueren cada año por enfermedades de origen hídrico.

  • Pesquerías

La sobrepesca y la pesca pirata están diezmando los recursos pesqueros. Tres cuartas partes de los stocks pesqueros están totalmente explotados, sobreexplotados o agotados. Sin embargo, la demanda sigue en aumento.

La tecnología pesquera de hoy en día supera la propia capacidad de reproducción de los stocks. Desde el inicio de la pesca industrial en los años 50, las poblaciones de grandes depredadores como atunes, pez espada o bacalao han disminuido en un 90%.

Las capturas de pesca marina se mantienen únicamente porque pescamos más lejos de la costa y a niveles más profundos (devastando algunas especies rápidamente) y cada vez en los niveles más bajos de la cadena alimenticia.

  • Degradación de suelos y desertificación

Las causas principales de la degradación y desertificación de los suelos son la erosión, la contaminación y la expansión urbana. Afecta al 20% de la superficie agrícola mundial y a 1.500 millones de personas, una cuarta parte de la población de todo el planeta.

En los últimos 40 años se ha abandonado casi una tercera parte de las tierras de cultivo porque la erosión las ha vuelto improductivas. Cada año, 20 millones de hectáreas de tierras agrícolas se degradan hasta el punto de ser inútiles para el cultivo o se pierden por la expansión de los asentamientos urbanos.

Se calcula que la superficie total de tierras afectadas por la desertificación es de entre 6 y 12 millones de kilómetros cuadrados (como referencia, Brasil tiene 8,5 millones de kilómetros cuadrados).

  • Bosques

Hoy en día sólo queda una quinta parte del bosque original intacto, el resto ha sido destruido, degradado o fragmentado por la actividad humana. El 71% en los últimos 20 años.

Los bosques primarios han disminuido en más de 40 millones de hectáreas desde el año 2000.

Cada 2 segundos, perdemos un área de bosque del tamaño de un campo de fútbol. Las selvas tropicales son el pulmón del planeta y albergan más de la mitad de la biodiversidad mundial. En Indonesia se ha perdido el 72%, el 15% en el Amazonas y en la cuenca del Congo (la segunda región de bosque tropical más grande del mundo) se deforesta el 0’7% de su superficie al año (no he encontrado datos de totales).

  • La contaminación

Actualmente se utilizan más de 50.000 compuestos químicos para fines comerciales. Se prevé que la producción mundial de sustancias químicas aumente en un 85% durante los próximos 20 años.

La exposición ambiental a estos compuestos causa casi una cuarta parte de todas las enfermedades. Se calcula que más de dos millones de personas en todo el mundo mueren de forma prematura debido a la contaminación atmosférica (aunque la ministra Pajín por lo visto no tiene datos al respecto).

En los mares y océanos se han identificado más de 200 “zonas muertas”, regiones marinas sin vida generalmente cerca de las desembocaduras de los grandes ríos. Se deben a la alta concentración de nutrientes (especialmente fósforo y nitrógeno proveniente de los fertilizantes) que provocan una explosión inicial de algas y plancton que termina por agotar el oxígeno en un proceso de hipoxia.

La Crisis Energética

La producción de energía primaria pronto alcanzará su máximo y empezará a declinar. La crisis energética representa hoy por hoy un callejón sin salida para una humanidad que pretende crecer indefinidamente en un planeta de recursos finitos. Por otra parte, nos encontramos frente al dilema entrópico que muchos economistas y políticos aún se empeñan en ignorar. Para este apartado he obtenido los datos fundamentalmente de un trabajo que escribí hace tiempo sobre el pico en la producción de petróleo y que podéis leer aquí.

El consumo mundial de energía primaria se incrementó en un 81% entre 1971 y 2000.

Actualmente, su obtención a nivel mundial se distribuye como sigue:

- 36% petróleo

- 21% gas natural

- 24% carbón

- 14% biomasa

- 5% hidroeléctrica, nuclear y alternativas (0,1%)

Como se puede observar, el 81% de la energía se obtiene de los combustibles fósiles, se decir, de un recurso no renovable. Si añadimos la biomasa, cuya tasa de renovación es menor que el ritmo actual de explotación y cuya combustión produce grandes cantidades de CO2, este porcentaje aumenta al 95%.

El transporte global (terrestre, marítimo y aéreo) depende en más de un 90% del petróleo, de lo que se deduce que gastamos aproximadamente un tercio de la energía mundial en transporte de mercancías y personas.

El 99% de la producción actual de petróleo proviene de 44 países y por lo menos 24 ya han pasado su pico o cenit de producción (el momento a partir del cual esta producción, que sigue una curva en forma de campana, empieza irremediablemente a caer). Este pico se sitúa a nivel global entre ya mismo (algunos expertos consideran que se encuentra en una meseta desde el año 2000) y la poco realista previsión del 2037. El acuerdo más general de los expertos independientes está entre 2012 y 2017.

Desde principio de los 80 se consume más petróleo del que se encuentra, y llegará un momento en que los costes de exploración superen el valor esperado de los descubrimientos. A partir de entonces no resultará rentable seguir explorando. A día de hoy, se consume cuatro veces más de lo que se descubre.

En febrero de 2005, en un informe del Departamento de Energía de EE UU (Peaking of World Oil Production: Impacts, Mitigation, and Risk Management, el llamado informe Hirsch) se podía leer que: “el cenit mundial del petróleo representa un problema con una gravedad sin precedentes. Los riesgos políticos, económicos y sociales son enormes. La prevención prudente de riesgos requiere una atención urgente y una acción inmediata”.

El cenit del gas natural se alcanzará 15 ó 20 años después de el del petróleo, aunque teniendo en cuenta que una disminución de la oferta de petróleo aumentará la demanda de gas, este cenit seguramente se adelantará.

Respecto al carbón, aunque su pico de producción está aún lejano, su uso como combustible tiene muchos inconvenientes: genera mucho más CO2 y contaminación, su extracción tiene un gran impacto ambiental, tiene aproximadamente la mitad de la densidad energética del petróleo y no se puede utilizar directamente para el transporte.

Resumiendo: las fuentes de energía de las que sacamos el 81% de la energía primaria consumida a nivel mundial harán pico en los próximos años o décadas, destacando que la declinación de una acelerará la llegada del pico de las siguientes. Sustituir ese 81% de energía primaria por otra alternativa en ese plazo con el escenario de consumo actual es una quimera.

Pasemos al apartado de las alternativas que tenemos.

Las energías renovables deben desarrollarse imperiosamente, por supuesto, pero su naturaleza difusa, su baja densidad y su intermitencia sólo son una alternativa a nivel local o regional con la tecnología actual.

La solución de los biocombustibles como alternativa al transporte es un puro delirio. El biodiesel tiene una tasa de recuperación energética positiva pero modesta, de 2 ó 3 a 1 y la del bioetanol es prácticamente nula o incluso negativa. Se requieren enormes superficies de cultivo para su producción, algo de lo que, como se ha visto en el apartado anterior, ya sólo disponemos para alimentarnos y no para mover coches.

La energía nuclear no es un recurso ilimitado como a veces se nos quiere hacer creer. Actualmente existen 441 reactores en funcionamiento cuyo consumo es de 66.815 toneladas/año. Según el precio actual del uranio tendríamos reservas para 69 años al nivel de consumo actual. A modo de ejemplo, si se elevara la aportación de este tipo de energía al 100% de la cartera energética global las reservas tan solo alcanzarían para 4,5 años.

Por otro lado, la energía nuclear no ha solucionado el grave problema de los residuos radiactivos. Ningún país tiene todavía en funcionamiento un depósito geológico permanente. Todos son transitorios y funcionan bajo licencias de 60, 70 ó 100 años. Después el problema lo heredarán aquellos que no han disfrutado de la energía que produjo esos residuos. Y si internalizamos realmente estos costes y los de desmantelamiento de las centrales resulta una energía carísima.

Por lo tanto, urge un transición energética, aunque ya empezaríamos tarde. Cualquier transición tardará una o dos décadas en comenzar a dar resultados, requerirá inmensas remodelaciones, nuevas infraestructuras, industrias y tecnologías que supondrán una gran demanda energética añadida; dependerá en si misma y en gran parte de los combustibles fósiles; su implementación se solapará muy probablemente con el comienzo del declive de estos, lo que puede contribuir a acelerarlo y, por último, demandará una enorme inversión de capital. Si esperamos que el aumento exacerbado del precio del petróleo sea el incentivo que provoque esta transición, la propia fragilidad de una economía petróleo-dependiente en esta situación puede hacer peligrar su viabilidad financiera. Además, no podemos aceptar que sea el precio de los hidrocarburos el que regule salvajemente la demanda, dejando fuera de juego a gran parte de la humanidad, provocando la desestabilización social y desatando más guerras por recursos. En esas estamos. Sin una regulación drástica de la demanda (a lo que la crisis está contribuyendo, algo bueno tenia que tener) no vamos ni a la vuelta de la esquina.

Por último, y tal como hemos visto, el sector de los transportes es absolutamente crítico. Los efectos del declive sobre una economía basada en una red de transportes globalizada, en la que los centros de producción, elaboración y consumo se encuentran habitualmente muy alejados, en ocasiones en continentes diferentes, pueden ser devastadores.

La Crisis del Desarrollo

Si todavía sigues siendo optimista, sigue leyendo. Quizás las condiciones de vida de gran parte de tus semejantes te hagan cambiar de opinión.

Para este apartado me he basado en el Informe 2010 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), otro de esos informes que la gente que me llama pesimista, exagerado o demagogo, nunca lee. Para quién no lo sepa, los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) son los 8 objetivos que Naciones Unidas se propuso en la Cumbre del Milenio de 2000 para 2015, que pretenden básicamente reducir la pobreza y mejorar la situación sanitaria, social y ambiental de los países más pobres. Puedes consultarlos aquí. A pesar de que para la ONU son objetivos ambiciosos, en mi opinión están lejos de serlo y hablan más de une falta de compromiso que de una verdadera voluntad mundial por acabar con la pobreza. Y lo peor es que probablemente nos quedemos muy lejos de cumplirlos.

Algo sorprendente de este informe es que se presentan como éxitos hechos que, si bien pueden considerarse avances (entendiendo como tal pasar de una situación desastrosa a una mala situación), no dejan de ser fracasos. Aunque comprendo que para los funcionarios del PNUD redactarlo sin que su lectura invite a la desolación es hacer encaje de bolillos.

  • Pobreza

Empiezo con un logro, según el informe: la ONU sigue confiando en cumplir el objetivo de reducir al 15% la pobreza global para 2015, es decir, pasar de los 1.800 millones de personas que en 1990 vivían por debajo de la línea de pobreza (con menos de 1.25 $ al día) a 920 millones en 2015. Paradójicamente reconoce que, de seguir así, no se cumplirá el objetivo. En fin, que el logro es el hecho de “confiar” en el cumplimiento del objetivo.

Como se puede leer al profundizar en el informe, la situación, agravada por la crisis, es funesta:

“El número de personas subnutridas continúa aumentando, mientras que el lento avance hacia la reducción del hambre en el mundo se ha detenido o incluso revertido en ciertas regiones entre 2000-2002 y 2005-2007. En el último período evaluado, 830 millones de personas seguían con nutrición insuficiente, cantidad mayor que los 817 millones de personas en esa situación en 1990-1992. El aumento de los precios de los alimentos en 2008 y la crisis económica de 2009 probablemente hayan empeorado la situación. La FAO estimó que la cantidad de personas con nutrición insuficiente en 2008 podría haber llegado a 915 millones y superaría los 1000 millones en 2009.” Más aún, se estima que 1.400 millones de personas todavía vivían en condiciones de pobreza extrema en 2005.

Por otro lado, sólo la mitad de la población mundial tiene acceso a instalaciones sanitarias mejoradas. La eliminación de esta desigualdad tendría un efecto importantísimo en la consecución de los ODM. Un 77% de la población que vive en el 20% de los hogares más ricos tiene acceso a instalaciones de saneamiento mejoradas, frente a un 16% de los hogares más pobres.

  • Escolarización

Podemos leer en la introducción: “Se han registrado avances significativos en la escolarización infantil en muchos de los países más pobres, la mayoría de ellos en África Subsahariana.” Sin embargo, el informe destaca que cada vez es más débil la esperanza de alcanzar el objetivo de la educación universal en 2012.

  • Igualdad de género

Los avances a este respecto han sido lentos en todos los aspectos: desde la educación hasta el poder de decisión política.

Para las adolescentes de algunas regiones el acceder a la educación es una meta muy difícil de alcanzar, a las mujeres se les suele relegar a las formas de empleo más vulnerables y la diferencia de ingresos con respecto a los hombres es abrumadora.

  • Mortalidad infantil

De 12,5 millones de muertes de niños menores de cinco años en 1990 se pasa 8,8 millones en 2008. Atención, esto se pone en la introducción del informe como un logro… mal están las cosas. Traduzco las cifras: en 18 años, es decir, casi dos décadas, sólo se ha reducido la mortalidad infantil en un 30%, ¿Suena diferente no? Por cierto, es otro objetivo que dan casi por seguro que no se cumplirá.

Lo más terrible es saber cuales son las causas de muerte: en 2008, cuatro enfermedades, neumonía, diarrea, malaria y SIDA fueron responsables del 43% de todas las muertes. La mayoría de estos niños podrían haber sido salvados con medidas de prevención y tratamiento de bajo costo: antibióticos para infecciones respiratorias agudas, rehidratación oral para diarrea, vacunaciones, uso de mosquiteras y administración de medicamentos para malaria. Del resto de causas de muerte, aproximadamente un 40% son neonatales, es decir, muchas también fácilmente evitables. Sin comentario.

  • Combatir el SIDA y otras enfermedades

La propagación del SIDA parece haberse estabilizado. Se multiplica por diez el número de personas que recibían terapia antirretroviral entre 2003 y 2008 (de 400.000 a 4 millones), quedando cubiertas el 42% de los 8,8 millones que necesitaban tratamiento. Sin embargo, la tasa de nuevas infecciones por VIH sigue superando a la expansión del tratamiento.

Un dato que yo desconocía es que la tuberculosis sigue siendo la segunda causa de muerte en el mundo, después del VIH, aunque parece disminuir lentamente.

La expansión de las intervenciones contra la malaria se ha acelerado.

  • Mejorar la salud materna

Otro objetivo que por ahora no se cumple. Las principales causas de mortalidad materna son hemorragia e hipertensión, que en conjunto son responsables de la mitad de todas las muertes de embarazadas y madres primerizas. De nuevo, la gran mayoría de esas muertes es evitable.

Mientras que en los países desarrollados casi todos los partos son atendidos por médicos cualificados, en los países en desarrollo menos de la mitad lo son, algo obviamente relacionado con el casi 41% de mortalidad infantil neonatal.

En el caso de madres adolescentes, el progreso para reducir la cantidad de embarazos se ha estancado, lo cual deja a más madres jóvenes en situación de riesgo. Por otro lado, también se ha ralentizado el progreso en el uso de métodos anticonceptivos por parte de las mujeres.

Respecto al medio ambiente, creo que ya se ha escrito suficiente en el apartado de Crisis Medioambiental. Sólo me gustaría destacar un hecho. La parte de población más pobre, aquellos que menos han contribuido al problema del cambio climático, son quienes más sufren sus efectos. El riesgo de muerte, minusvalía y pérdidas económicas debidas a desastres naturales está aumentando a nivel mundial y se concentra en los países más pobres.

Bueno, pues esto es todo. Espero que haya quedado clara y justificada la razón de mi pesimismo. Esto son los datos, seguramente incluso suavizados, pues vienen de fuentes oficiales (de las que normalmente desconfío). Este es el planeta moribundo que vamos a dejar como herencia si no reaccionamos ya, ahora, y, además, radicalmente. Y para mí, sintiéndolo mucho, cualquier positivismo al respecto es producto del desconocimiento o pura demagogia. Pero lo que más me subleva, es seguir escuchando que el liberalismo económico, la globalización financiera o el capitalismo, llámese como se quiera, ha mejorado la situación del mundo. Oir para creer.

fuente:

http://nosinmibici.com/2011/02/17/planeta-moribundo-nuestros-hijos-no-nos-lo-perdonaran/

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